02 enero, 2007

UNA BARCA EN EL DESIERTO: "BABEL" (ALEJANDRO GONZÁLEZ IÑÁRRITU)

Parece ser que este filme cierra una supuesta trilogía marcada por la colaboración entre Guillermo Arriaga y Alejandro González Iñárritu y que se caracteriza por mostrar las consecuencias que un acontecimiento trágico tiene sobre varios personajes, todo ello sazonado por un montaje “antilineal” que, muy acertadamente, ha definido Jose María Latorre (“Dirigido por...”) como “montaje emocional”. Hay que reconocer que, cuando uno reconstruye las historias de Arriaga-Iñárritu linealmente en su cabeza, pierden credibilidad y eficacia (algo especialmente acuciante en la extremadamente retorcida “21 gramos”), pero ¿no podría tomarse eso también como una virtud del narrador? Poco se ha subrayado la capacidad emotiva y el sentido del suspense de este director, que es capaz de mantenernos enganchados aún cuando en muchas ocasiones nos desorienta con tanto bombardeo de información aparentemente inconexa. Y es que, a pesar de las connotaciones sociales de sus historias y de la forma poco convencional de contarlas, siempre subyace un deseo de entretener al espectador, incluso a costa de sacrificar el rigor en lo que a la verosimilitud se refiere. ¿Se han dado cuenta, por ejemplo, de que en el momento en el que una de las líneas narrativas está alcanzando un momento crucial salta inmediatamente a otra, manteniendo así al espectador en vilo sobre lo que seguirá a continuación? No está tan lejos, por tanto y salvando todas las distancias, de un director como Steven Spielberg. Como a aquel, no le importa restarle puntos al análisis riguroso para añadírselos a la carga emocional. ¿Virtud o defecto? Eso dependerá de lo que busque cada espectador. Un ejemplo de lo contrario lo encontramos este mismo año en la notable “Syriana”, filme que analiza con rigor, teniendo en cuenta los diversos puntos de vista, la situación política mundial que ha dado como fruto la guerra de Irak y el terrorismo islámico. Exige un mayor esfuerzo por parte del espectador que se ve recompensado por su carga reflexiva, pero su carga emocional (más allá de las simpatías que despierta el siempre estupendo George Clooney) es más bien escasa. Entonces surge otra pregunta: ¿sería posible mantener el rigor y la emoción, sin sacrificar uno de esos elementos en función del otro? Como se suele decir, la perfección no existe, pero creo que sí es bueno buscar un cierto equilibrio. “Babel”, y esta es la conclusión a la que yo quería llegar (por fin, dirán ustedes), nos sirve perfectamente para adentrarnos en ese dilema.



Cuando uno ve un filme dividido en diversas líneas argumentales, por muy bien interconectadas que estén, tiende irremisiblemente a seleccionar aquellas que más le han interesado, de ahí que siempre salgamos con la sensación de haber visto una obra irregular. En el caso de “Babel” yo me quedo con la conexión japonesa. Aunque su relación con el resto es bastante endeble, pienso que es la que mejor funciona a nivel individual. La causa, si dejamos aparte el atractivo que para el público masculino heterosexual tiene esa historia, está en lo que decía antes. Creo que es más fácil mantener ese equilibrio al que me refería, si la historia carece de connotaciones políticas. Cuando no existe un discurso político de por medio es más sencillo conectar con los personajes y con su drama, ya que no sientes la necesidad de ver reflejados todos los puntos de vista para hacerte una idea global del asunto. Nos basta con el punto de vista subjetivo de la protagonista sordomuda, ejemplarmente reflejado en la pantalla por el director, para sentir su tragedia. Eso tiene más fuerza que cualquier discurso. En el resto de historias su fuerte carácter discursivo acaba jugando en su contra. Vale, cojo el mensaje y hasta estoy de acuerdo con lo que transmite, pero no me llega de la misma forma. También creo que la evolución de la historia que transcurre en Marruecos y de la que transcurre entre EEUU y México se apoya excesivamente en el comportamiento errático de los personajes y eso acaba afectando a su credibilidad. Los niños árabes le disparan a un autobús mientras juegan con el nuevo rifle de su padre (primera estupidez), en vez de entregarse y explicar lo que ha sucedido escapan, mienten a la policía y, finalmente, se lían a tiros con ellos (segunda, tercera y cuarta estupidez). Mientras, en EEUU, la niñera mejicana decide llevarse a los niños a la boda de su hijo cruzando la frontera (quinta estupidez) y además les lleva en el coche un sobrino algo tarambana (Gael García Bernal) al que se ve venir de lejos (sexta estupidez) y encima vuelven de noche y con el susodicho sobrino conduciendo absolutamente borracho (séptima estupidez). Al final, claro está, el espectador acaba harto de tanta tontería y pensando que es normal que a los personajes les pase lo que les pasa, es previsible. Más convincente resulta la parte que protagonizan Brad Pitt y Cate Blanchet, también en Marruecos, en gran parte gracias al magnífico trabajo de ambos. Ese momento en el que el guía árabe rechaza el dinero que le ofrece Brad Pitt a cambio de la ayuda prestada me emocionó particularmente.



Pese a las endebleces mencionadas, “Babel” no deja de ser una película recomendable. Iñárritu conserva su fuerza visual y ahí cabe destacar su fructífera colaboración con Rodrigo Prieto, uno de los grandes directores de fotografía de la actualidad. Por otra parte, la minimalista partitura de Santaolalla sabe situar muy sutilmente cada historia en su contexto con ligeros toques étnicos.

Por último, y ya sé que a algunos os resultará imposible seguir mi consejo, tengo que decir que en este caso es absolutamente imprescindible la VOS. No sé cómo se las habrán apañado para hacer el doblaje, pero solo de pensarlo me dan temblores. El bíblico título lo dice todo, la incomunicación entre diferentes culturas y lenguas es un elemento fundamental de la historia, y no sé de qué forma se puede resolver eso en el doblaje. ¿Alguno de ustedes la ha visto doblada?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

La versión doblada mejora la original. la VOS nos presenta la peli que comentas, el doblaje amplia y mejora tremendamente el conjunto. Tenemos suerte de ser españoles, lo que más me gustó de la peli fue el doblaje, todo lo demás es flojo.

Carles Rull dijo...

Muy interesante lo que comentas sobre "el montaje emocional", que es como (intenta) funcionar la película.
Yo la vi en V.O.S.

Saludos !

Roski dijo...

Pues como no aprenda a leer los labios ni de coña la voy a poder ver en VOS.

Tendré que esperar al DVD.

Saludos.

DECKARD dijo...

Chewie, búrlese, anda, búrlese, pero, si ve la película doblada (que sé que no la visto todavía), ya me contará.

Cineahora, por ese "(intenta)" he deducido que a usted tampoco le acabó de convencer. El mérito del término "montaje emocional" es de Latorre y por eso he creído oportuno citar la fuente.

Roski, espere al DVD, creo que con esta peli tendrían que haber hecho lo mismo que con "La pasión de Cristo". Mel Gibson podrá ser un gilipollas en muchos sentidos, pero su defensa de la VO es un ejemplo que deberían seguir todos los cineastas.

Saludos a todos.

Anónimo dijo...

A mi Babel me gustó mucho, al contrario que muchos, creo que es muy redonda en casi todos los aspectos y tiene escenas muy intensas.
Deckard, si me disculpas, me parece una estupidez lo de las estupideces que comentas.
Las estupideces que atribuyes a los niños marroquies estan causadas por momentos de tensión. La mayoría decimos, "pero haz esto y no la lies, niño" pero hay que estar en una situación tan jodida para actuar con racionalidad.
Y las estupideces que atribuyes a la historia de Mexico, decirte que a mí me pasó algo muy parecido, así que podrá ser una estupidez, pero una estupidez realista.
Saludos!!

DECKARD dijo...

No digo que lo que cuenta no sea realista, es la concatenación de errores por parte de los personajes lo que no me pareció creible. Precisamente, por saber que eso puede pasar en la frontera y como se las gastan los policías estadounidenses, no creo que a ti se te ocurriera volver en el coche completamente borracho con dos niños a bordo.

Un saludo!