30 noviembre, 2006

WE ALL LIVE IN OUR YELLOW VAN: "PEQUEÑA MISS SUNSHINE" (JONATHAN DAYTON - VALERIE FARIS)


Esta pequeña película independiente (pequeña según los cánones estadounidenses, claro) es la última muestra de ese otro cine americano que, sin un gran aparato económico-publicitario detrás, alcanza bastante éxito gracias a las simpatías que despierta entre un determinado sector del público que busca propuestas realizadas al margen de la gran industria. Nunca he compartido esa tendencia al elitismo, ni he soportado al típico espectador que solo se acerca a las salas para ver cine “alternativo”, sobre todo, porque muchas veces ese ropaje no alberga otra cosa que el más puro de los convencionalismos, mientras que en ocasiones uno puede encontrar grandes trasgresiones dentro del cine de gran aparato. Yo busco elementos novedosos en cuanto a la narración cinematográfica y no me vale que me cuenten la historia más salvaje jamás contada, si luego esta no se apoya en un puesta en escena igual de radical. Al menos, que me cuenten una historia convencional con una puesta en escena clásica es más coherente y me resulta menos molesto. Esto se debe a que creo en aquello de que el fondo es la forma y no me gusta que intenten darme gato por liebre.

Por ejemplo, este año hemos visto (y, si no, recomiendo que la vean) "Grizzly man" (Werner Herzog) un filme que trasgrede los límites entre realidad y ficción, situando al espectador en un estado en el que no sabe muy bien cómo reaccionar ante lo que está viendo. Se trata de una obra documental de bajo presupuesto destinada a pequeños circuitos de exhibición y a festivales. En el otro extremo de la balanza tenemos a "La joven del agua" (M. Night. Shyamalan) un filme con 70 millones de dólares de presupuesto y destinado, por tanto, a recaudar grandes sumas de dinero. En principio, pueden parecer películas opuestas, pero comparten un deseo común de desafiar al espectador con sus propuestas narrativas. Más allá de discusiones ideológicas (hay quien acusa a Shyamalan de conservador y de seguir los postulados filosóficos de la New Age) o económicas (hay quien, estúpidamente, rechaza cualquier filme de alto presupuesto) esa es mi idea de filmes progresistas porque lo que pretenden es abrir la mente del espectador, no estrecharla.

Toda esta perorata (lo siento) viene al caso porque “Pequeña Miss Sunshine” llega con la etiqueta de filme a contracorriente, pero enseguida uno se da cuenta de que no lo es tanto. Vale que contiene las suficientes críticas al “american way of life” como para hacerla simpática, pero en el fondo no se aleja tanto de los cánones de las típicas comedias familiares a las que el cine y la televisión estadounidenses nos tienen tan acostumbrados. Al final, a pesar de todos los avatares y de todas las excentricidades de sus miembros, la familia prevalece como esa institución fundamental en la que uno siempre encuentra apoyo. Eso sí, la película proporciona no poca diversión. Vale, no es un serio y riguroso golpe al sueño americano, pero la verdad es que la familia protagonista se acaba haciendo entrañable gracias a la calidad de los intérpretes, a la gracia de ciertas situaciones (el primer diálogo con todos los miembros de la familia sentados a la mesa es antológico y te deja enganchado) y a una serie de gags recurrentes protagonizados por la destartalada furgoneta Volkswagen, que actúa como metáfora de la propia familia. El retrato familiar lo componen la niña Abigail Breslin (vista en “Señales”), un inspirado Alan Arkin haciendo del libertario y malhablado abuelo, los siempre estupendos y habituales del cine indie: Greg Kinnear y Toni Collette interpretando a los padres, Steve Carell (ya tengo grabada “Virgen a los 40” en DVD esperando un visionado. El vistazo que le he echado, promete) haciendo del mayor experto en Proust de los EEUU (sic) y el desconocido Paul Dano haciendo del rebelde hermano mayor que ha hecho voto de silencio. Todos ellos van sufriendo diversas frustraciones a lo largo de la historia: el padre en los negocios, el hijo en sus ansias de convertirse en piloto, el tío homosexual (el experto en Proust) acaba de salir de un intento de suicidio a causa de un desengaño amoroso y la niña, que se presenta al concurso de belleza infantil que da título a la película,... eso no lo cuento que es el final y está muy bien.

En cuanto a la pareja de realizadores, unos reputados directores de videoclips, se limitan a cumplir con funcionalidad y sin grandes estridencias a la historia. Demuestran bastante buen gusto en lo musical al incluir un par de temas de Sufjan Stevens, entre ellos “Chicago” que suena al inicio del viaje.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me he pasado por aquí de casualidad y he leído tu crítica de Pequeña Miss Sunshine. Yo también he hecho una en mi blog. Agradecería que te pasaras y me pusieras algún comment, yo haré lo mismo ;)

DECKARD dijo...

He intentado entrar en su blog, pero me aparece un mensaje según el cual ya no está disponible. ¿Se ha dado de baja?

Sea usted bienvenido, un saludo.

Roski dijo...

La vereé este fin de semana. Me han hablado muy bien de ella mogollón de personas.

Saludos.