05 diciembre, 2006

SAM SPADE GOES TO HIGH SCHOOL: "BRICK" (RIAN JOHNSON)

Existe cierto consenso crítico en firmar la muerte del Cine Negro en el año 1958, coincidiendo con el estreno de “Sed de mal” (Orson Welles). Se basan en que el Cine Negro no respondía únicamente a determinadas soluciones estéticas provenientes del expresionismo alemán, sino también a circunstancias históricas relacionadas con la época de la Depresión americana. Todas las muestras de ese género realizadas a partir de entonces serían, por tanto, “revivals” o revisiones. No soy muy partidario de ponerle puertas al campo y acotar de una forma tan concreta el género me parece, cuando menos, aventurado. Creo que sería más correcto decir que “Sed de mal” cerró la etapa clásica y, a su vez, abrió las puertas a una era en la que el manierismo y el barroquismo tomarían las riendas. Orson Welles era un tipo excesivo y lúcido que en eso, como en otras muchas cosas, se adelantó a su época. Hoy en día, seguimos a vueltas con los géneros clásicos y sus diversos híbridos. “Brick” nos sirve para replantearnos si el Cine Negro está tan muerto como podría parecer.






Hace unas semanas comentaba aquí los motivos por los que consideraba fallida “La Dalia Negra” de Brian de Palma. Pues está bien recordarlos porque esos mismos motivos me sirven para considerar “Brick” como una de las mejores muestras de Cine Negro de los últimos años. Rian Johnson demuestra en esta realmente pequeña película (360.000 euros de presupuesto) que, cuando haces algo con verdadera convicción, las cosas acaban encajando y funcionando.

Es extraño que ante una película que toma como referencias explícitas a Dashiell Hammet y al Cine Negro clásico, uno tenga la sensación de estar viendo algo refrescante, moderno y a contracorriente. Creo que se debe al hecho de que, en vez de utilizar los clichés habituales del género para hacer una serie de homenajes y guiños, es decir, asumiendo que ya está todo dicho y hecho y que, por tanto, lo único que queda por hacer es el juego cinéfilo, lo que hace Johnson es tratar de elaborar una trama con el mismo nivel de intensidad que él admira en sus maestros. Nadie mejor que el propio director para explicar el proceso de creación. Este es un extracto de la esclarecedora entrevista que aparece en el programa de mano de los recientemente reformados cines Alphaville-Golem de Madrid (un pequeño reducto de la cinefilia en el que todavía no se venden palomitas y otras chucherías, ni ponen publicidad. Que siga así por muchos años):

“Lo que me llevó a la idea de embarcarme en una película de este género y que me introdujo de alguna forma a la literatura de Hammett, es la película de los hermanos Coen, “Muerte entre las flores” (Joel Coen, 1990). Esta película está muy inspirada en dos novelas de Hammett, “Cosecha roja” y “La llave de cristal”. Vi la película durante mi formación en la escuela y me enamoré de ella. Investigué en profundidad las fuentes en las que se inspiraba y leí casi todas las novelas de Dashiell Hammett en un mes. Conectaron conmigo de una forma que no esperaba y me animaron a escribir “Brick” para traer una interpretación de ese mundo a mi vida cotidiana”.

Lo que me parece más significativo de estas palabras es que cuenta como, recurriendo a las fuentes, encuentra en ellas aquello que le había afectado de un modo personal y que había visto a su vez en la memorable película de los Coen. Es un error habitual en los jóvenes cineastas tomar como maestros a directores surgidos en las décadas de los 70’ y 80’ sin tratar de averiguar cuáles fueron a su vez las fuentes de las que bebieron ellos, quedándose solo en la superficie. Los directores realmente interesantes son aquellos que, partiendo de sus filmes favoritos, se adentran en el mundo por el que se sienten tan atraídos hasta que este se convierte en parte de sí mismos y son capaces de reflejarlo en su obra. De ahí que Johnson nos hable de “traer una interpretación de ese mundo a mi vida cotidiana”. De esa forma llegamos al segundo elemento fundamental de esta historia: el instituto. La propuesta es arriesgada: tenemos una trama, unos personajes y unos diálogos típicos del Cine Negro, pero llevados a un entorno real y reconocible como el de un instituto americano. ¿Cómo consigue solventarlo nuestro inspirado director? Mejor que él mismo nos lo cuente:

“Rodamos la película en San Clemente, que es un precioso pueblo costero, aproximadamente a una hora de distancia de Los Ángeles y muy cerca del sitio donde me crié. Filmamos en la escuela a la que asistía de pequeño. Esto se convirtió en una ventaja para nosotros (...).El instituto debía tener un look específico, con grandes espacios abiertos. Lo construimos todo para dar a ‘Brick’ un estilo más cercano visualmente a ‘Chinatown’ que al cine negro clásico de callejones oscuros. Lo ambientamos en sitios abiertos, lugares que te pillan desprevenido y que normalmente no asociarías con una sensación de amenaza”.



Otro aspecto fundamental para lograr la intensidad y el realismo buscado era el trabajo con los actores y, de nuevo, Johnson se muestra brillante en sus observaciones a ese respecto:

“El casting de Brendan (protagonista interpretado admirablemente por Joseph Gordon Levitt, al que quizá recuerden por la muy olvidable “Halloween H20”) era complicado, la parte más crucial de toda la película. Debía encontrar a alguien de quien no esperarías ciertas cosas, necesitaba poder mezclarse entre la gente en una fiesta o parecer que perdería una pelea y luego sorprenderte y tumbarte en medio minuto.Necesitaba proyectar esa sensación que Bogart daba y es aquí donde intentamos replicar sus películas. Evité que Joseph y el resto del reparto viesen películas de Bogart u otros clásicos de detectives. Todos sabíamos que esos elementos estarían con nosotros meramente por el tipo de película que estábamos haciendo. Haber seguido esa dirección podría haber salido muy mal fácilmente, es decir, con adolescentes haciendo imitaciones de películas clásicas...”.



Luego sigue contando que para mostrarle referencias a los actores de cómo debían decir unos diálogos para nada realistas recurrió a filmes de la época en la que el realismo aún no se había impuesto. Menciona a Billy Wilder, “Luna nueva” (Howard Hawks, 1940) o “Cantando bajo la lluvia” (Stanley Donen, 1952). Les proporcionó una base de la que partir, no un modelo a imitar. El estupendo casting se completa con otra serie de jóvenes actores. Aparte de Richard Roundtree (el Shaft original), destaca la presencia de Lukas Haas (el niño de “Único testigo”, Peter Weir-1985) haciendo del super-villano de la función, un tipo lisiado como mandan los cánones del género. También podemos ver a la “perdida” Emilie de Ravin interpretando a la exnovia del protagonista que propicia todo el conflicto. Merece la pena destacar, por último, la intervención de los desconocidos Matt O’Leary como “Brain” (cerebro), el mejor amigo del héroe, y de una estupenda Nora Zehetner como la imprescindible y manipuladora femme fatale llamada Laura, ¿cómo no?. Quizá el más endeble del reparto sea Noah Fleiss haciendo del típico matón descerebrado.

La puesta en escena es otro de los puntos fuertes del filme. Johnson rueda con suma elegancia, sin efectismos, lo cual no quiere decir que no logre captar imágenes con una gran fuerza iconográfica. Predominan los planos fijos y los movimientos de cámara son los justos y precisos, adquiriendo así una mayor significancia. Demuestra también un gran dominio del fuera de campo y del sonido, sobre todo en las peleas y demás escenas de violencia. Respeta siempre el punto de vista subjetivo del protagonista, lo cual produce alguna confusión en ciertos pasajes, algo connatural al género. El tempo narrativo permite que el espectador se vaya impregnando poco a poco de los personajes, de los ambientes en los que se mueven y de la historia.

En definitiva, creo que la mejor manera de expresar mi opinión sobre “Brick” es diciendo que, de haber sido director, me habría encantado hacerla tanto como he disfrutado viéndola. Siguiendo la terminología del género, tenemos un nuevo “chico listo” en el oficio y habrá que seguirle la pista con atención.

5 comentarios:

Carles Rull dijo...

No hay duda que Rian Johnson promete.
Por lo de cine negro en su etapa clásica, tienes razón, es discutible, pero se argumenta que una de las características del "cine negro" ees que debe captar la sociedad, el mundillo, del momento en que está hecha la película. Por ello, quizás, "Muerte entre las flores" (Obra Maestra" o "L.A. Confidential" (Muy Buena) son más bien "revisitaciones" o "recreaciones" del 'noir'.
Saludos !

Donnie dijo...

Oh yo tengo muchas ganas de verla...
Vista tu crítica, no me queda más remedio que verla!
La llevo siguiendo desde Sundance, así que no me la puedo perder!
Saludos!!

DECKARD dijo...

Les doy la bienvenida a ambos.

Me he dado una vuelta por sus blogs y ambos me han parecido muy interesantes, así que he decidido "linkarles".

Saludos.

Iveldie dijo...

Yo la dejé a medias, no me estaba enterando de nada, quizas en otra ocasion la vea con más tranquilidad y me entere de algo, la verdad que no esperara que fuera una película tan complicada, parecía que estaba viendo Twin Peaks (la pelicula).

Saludos!

DECKARD dijo...

Es cierto que en algunos tramos resulta bastante confusa y exige mucha atención del espectador, pero al final todas las piezas encajan.

Al fin y al cabo, está contada desde el punto de vista del protagonista, que es un cerebro privilegiado y, por lo tanto, es lógico que en algunos momentos vaya por delante del espectador.

Saludos y bienvenido.