CINE NEGRO DESTEÑIDO: "LA DALIA NEGRA" (BRIAN DE PALMA)

Hace poco leí una entrevista con Brian De Palma en la que contaba que tomó las riendas de este proyecto cuando ya se encontraba en un estado muy avanzado y lo iba a dirigir David Fincher. Eso hizo que no pudiera seleccionar el reparto, ni adaptar el guión a su estilo, con lo cual se había limitado a tratar de trasladar lo mejor posible la historia a la pantalla. No cabe duda de que ha conseguido lo que se proponía, ya que la película está correctamente realizada, pero le falta el gancho (paradójico siendo los protagonistas boxeadores metidos a policías) que se espera de un relato de Ellroy llevado a la pantalla grande por uno de los cineastas más visionarios de su generación.

En su monumental Tetralogía de Los Angeles, iniciada con “La Dalia negra” y continuada con “El gran desierto”, “L.A: Confidential” y “Jazz Blanco”, James Ellroy mostró un oscuro mundo de políticos y policías corrompidos por grandes capitalistas que utilizaban Hollywood como su parque de recreo particular. Es decir, escarbaba en las cloacas de la Meca del cine durante su época dorada. Es un mundo lleno de aspirantes a actriz fracasadas y convertidas en prostitutas, a las que Ellroy siempre trata como mártires de un sistema corrupto, con enorme respeto. Recordemos, por ejemplo, a la Lynn Bracken de “L.A. Confidential”, interpretada por Kim Basinger en la posterior y magnífica adaptación cinematográfica llevada a cabo por Curtis Henson con la estimable ayuda de Brian Helgeland como co-guionista. Es importante hacer hincapié en ello, ya que se tiende a acusar de fascista a este autor desde una cierta progresía desinformada por el simple hecho de que los policías que protagonizan sus historias suelen serlo. Nada más lejos de la verdad, en el fondo siempre se pone de parte de los más desprotegidos y sataniza a los que ostentan el poder. “La Dalia negra” es, probablemente, la novela de ficción más personal de Ellroy, ya que, como pormenorizó en su magnífica autobiografía “Mis rincones oscuros”, el crimen real de Elisabeth Short (cuyo apodo da título a la obra que nos ocupa) llegó a obsesionarle casi tanto como el de su propia madre, Jean Hilliker Ellroy, por los paralelismos que veía entre ambos. Se trata, por tanto, de la historia de una obsesión enfermiza por la víctima de un crimen, que nunca tuvo un culpable oficial en la realidad, pero al que Ellroy encuentra en la ficción para tratar de exorcizar sus propios fantasmas.

Pero estamos hablando de la película. ¿Qué queda de todo ese mundo en el filme de De Palma? Más bien poco, por desgracia. ¿Motivos? El director parece más preocupado en rendir homenaje al cine y a la literatura Pulp de los años 40’ y 50’ que por construir un relato con verdadera fuerza. La realización, aunque todo lo bonita y profesional que cabe esperar de sus responsables, no tiene la suficiente personalidad como para llamar mi atención. Esto resulta especialmente alarmante tratándose de un filme de Brian De Palma, director que me encanta y que es muy dado a plagar sus filmes de magníficas set-pieces y deslumbrantes planos secuencia. “Femme Fatale” (2002) o “Snake eyes” (1998), por ejemplo, podían ser películas fallidas en algunos sentidos, pero eran 100% De Palma y como tales las disfruté. “La Dalia negra” no me resultó disfrutable ni como fan de Ellroy, ni como fan del autor de la magistral “Carlito’s way” (1993). Y eso que no faltan momentos propicios al lucimiento del realizador, pero no aprovecha ninguno de ellos.

El retrato que se hace en el film de la obsesión de los dos policías me parece poco creíble, en parte por la pobre aportación de los actores (blanditos Aaron Eckhart y Josh Hartnett), en parte por la poca convicción que parece poner De Palma en el empeño. Así, lo que nos queda finalmente es un vulgar y teatral “whodunit” (“quién lo hizo”) digno de Agatha Christie o, lo que es peor, de un capítulo de “Se ha escrito un crimen”.

Tampoco la aparición de la gran Scarlett Johanson contribuye a elevar el nivel. No es que ella esté mal, es que no da el tipo de mujer con pasado turbulento. Algo que sí cumple la siempre estupenda Hillary Swank, casi la única que aporta algo de peso al personaje que le ha tocado en suerte. Lo mismo se puede decir de Mia Kirshner (¿quién no recuerda su mítico baile vestida de colegiala en “Exótica”, de Athom Egoyan?), que interpreta a la asesinada Elisabeth Short en las filmaciones de varios castings y de una peliculita porno-lésbica (muy light) que examina la policía para tratar de conocer a la víctima y de encontrar alguna pista que lleve a la resolución del caso.

Total, otro filme para la lista de grandes ocasiones perdidas. Quizá es que yo esperaba demasiado.