La mejor forma de contar “El ultimátum de Bourne” sería esta: “plaf,ñññiieeeeegh, boom, crack, tatatatatat. bbbrrrrmmmm, plof...”, pero va, hagamos un esfuerzo.
Si algo define el estilo del director de “United 93” es su gusto por adoptar formas propias del documental para dotar de una cierta veracidad a lo que filma. No me refiero solo a esas incesantes oscilaciones de la cámara y rápidos zooms de acercamiento y alejamiento que pueden llegar a marear, sino también a una clara intención por situar al espectador de la forma más creíble y precisa posible dentro de los diferentes vehículos que van a mover la historia. Creo que sus filmes funcionan más por esto segundo, aunque es más conocido por lo primero. Quiero decir que no soy muy partidario de que se mueva la cámara sin ton ni son durante buena parte del metraje, pero eso unido a un prodigioso montaje que introduce al espectador en el corazón mismo de la acción proporciona una sensación de tensión continua que le viene muy bien a un film plagado se situaciones límite y trepidantes persecuciones. A los cinco minutos de metraje ya nos encontramos con el primer tour de force en la concurrida estación de Waterloo en Londres. El ritmo del filme en ese momento parece marcado por la brillante mente estratégica del agente Jason Bourne, al que seguimos en su minucioso plan para despistar a los agentes de la CIA que le persiguen, y que, al verse acosado, se enfrentará a unos cinco tipos que derribará con la legendaria eficacia que le caracteriza, en pocos segundos, haciendo soltar un admirativo: “Jesus, that’s Jason Bourne” al malo de turno que lo contempla todo desde el centro de operaciones en Nueva York, nada menos que David Strathairn.
Si algo define el estilo del director de “United 93” es su gusto por adoptar formas propias del documental para dotar de una cierta veracidad a lo que filma. No me refiero solo a esas incesantes oscilaciones de la cámara y rápidos zooms de acercamiento y alejamiento que pueden llegar a marear, sino también a una clara intención por situar al espectador de la forma más creíble y precisa posible dentro de los diferentes vehículos que van a mover la historia. Creo que sus filmes funcionan más por esto segundo, aunque es más conocido por lo primero. Quiero decir que no soy muy partidario de que se mueva la cámara sin ton ni son durante buena parte del metraje, pero eso unido a un prodigioso montaje que introduce al espectador en el corazón mismo de la acción proporciona una sensación de tensión continua que le viene muy bien a un film plagado se situaciones límite y trepidantes persecuciones. A los cinco minutos de metraje ya nos encontramos con el primer tour de force en la concurrida estación de Waterloo en Londres. El ritmo del filme en ese momento parece marcado por la brillante mente estratégica del agente Jason Bourne, al que seguimos en su minucioso plan para despistar a los agentes de la CIA que le persiguen, y que, al verse acosado, se enfrentará a unos cinco tipos que derribará con la legendaria eficacia que le caracteriza, en pocos segundos, haciendo soltar un admirativo: “Jesus, that’s Jason Bourne” al malo de turno que lo contempla todo desde el centro de operaciones en Nueva York, nada menos que David Strathairn.

Pero eso es solo el aperitivo porque, tras una secuencia de transición en Madrid, llegamos a Tánger, donde transcurre esa escena con la que a los productores se les pone el signo del dólar en los ojos, la que justifica el pago de la entrada para ver un filme de estas características. Y la verdad es que esta persecución por las calles, las casas y los tejados de la ciudad marroquí no decepciona, aunque resulta poco creíble la inhumana capacidad de Bourne para dar unos saltos que ni la Trinity de “Matrix”. La vertiginosa carrera se cierra con una de las peleas cuerpo a cuerpo más escalofriantes que uno recuerda. Lo malo es que a partir de ahí la película solo puede ir hacia abajo porque no se averigua mucho más sobre la verdadera identidad de Bourne de lo que ya se supo en “El mito de Bourne” y el final resulta más previsible que ver a un fontanero llamar a la puerta de una guapa señorita en una peli porno. Y, a pesar de una vibrante persecución en coche por las calles de Nueva York que no supera a otras precedentes, el mal presagio se confirma. Además, asistimos a una inexplicada por inexplicable incursión de Bourne en el despacho de su archienemigo y a una sonrojante frase del personaje interpretado por Joan Allen en plan no todos los agentes del gobierno somos malos.
La trilogía se cierra de forma trepidante, aunque realmente el argumento no aporte gran cosa a lo que ya se sabía. Uno sale diciendo: “no me han contado nada, pero he estado dos horas con el corazón en un puño” y eso tiene mucho mérito. Es como un capítulo de “Alias”, pero a lo bestia. Eso sí, mi película de espías de cabecera en los últimos años sigue siendo “Ronin” del tristemente fallecido John Frankenheimer.
5 comentarios:
¿Se cierra la trilogía? ¿es una trilogía? ¿se cierra sin saber mucho más entonces de lo que se supo en la segunda.. y fin!!? Acabo de darme cuenta de que mi desmemoria a lo Bourne con respecto a lo que se supo en la segunda.. se debe a que no la vi. Bueno, ya tengo pdte. un programa doble entonces de chas, boom, zas,placa placa, aunque parece ser que la segunda es menos tatatata, taca, plas, taaaaca, que la tercera. Un beso, replicante.
Bueno, no sé muy bien si se cierra una trilogía o se abre una tetralogía. Nunca se sabe.
Digamos que en esta tercera parte Bourne recupera del todo la memoria, pero lo que le quedaba por recordar no era mucho.
Un beso, hombre, le encuentro muy efusivo.
Acertada e interesante definición la que das al final del post para resumir la experiencia del film."no me han contado nada, pero he estado dos horas con el corazón en un puño" Muy de acuerdo. Saludos!
Budokan, gracias, también creo que es lo que mejor define a un film como este. Todo el argumento no es más que una excusa para iniciar un duelo de fuerzas e inteligencia en el que se sabe desde el principio quien va a ganar.
Un saludo!
La acción bien realizada merece la pena el precio de la entrada. Estoy deseando ver las nuevas aventuras de John McClane en la cuarta parte de la Jungla: esta tarde he visto el trailer: Bruce Willis fue el amo en esto de romper cosas.
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