16 noviembre, 2008

DESCUBRIENDO A MARIO MONICELLI

Gracias al ciclo programado por la Filmoteca Española he podido ver tres de las películas dirigidas por uno de los grandes de la llamada Commedia all’italiana. Quizá por haber dedicado gran parte de su producción a ese género tan denostado a veces, su obra no gozaba del prestigio que sí tenía la de otros autores italianos como Luchino Visconti o Federico Fellini. Que yo recuerde, sus películas nunca han sido programadas con regularidad en televisión ni se han editado en DVD, al menos en España. Pero eso es algo que se está intentando corregir ahora, empezando por la retrospectiva que le ha dedicado el Festival de San Sebastián de este año y siguiendo por el citado ciclo de la Filmoteca. Espero que eso se traduzca pronto en unas buenas ediciones en formato digital para que todos podamos disfrutar del interesantísimo cine de este superviviente de la era dorada del cine italiano que este año cumplió la friolera de 93 años. Por desgracia, no pude ver La gran guerra y La Armada Brancaleone, consideradas con unanimidad sus obras maestras, pero lo que he visto me parece sufiente para reivindicar a un director y guionista que me ha hecho disfrutar de algunos de los mejores momentos vividos en el cine este año.






LAS INFIELES (1953)
Curioso film que comienza como una comedia constumbrista para ir adentrándose poco a poco en el terreno del film noir cuando el protagonista, un joven detective de poca monta, ve la oportunidad de sacar tajada a los secretos que guardan celosamente los miembros de la anquilosada clase burguesa por miedo a perder su posición social. Historia de arribismo, por tanto, que le sirve a Monicelli para adentrarse en el desolador paisaje ético de la sociedad italiana de posguerra. Presentar a un protagonista tan antipático y conjugar diferentes géneros y tonos (comedia, melodrama, romanticismo, cine negro) son audacias que entroncan este film con la mejor serie B norteamericana de la época, y llegando hasta el presente uno piensa que esta película le debe gustar mucho a Andrea Camilleri.



PADRES E HIJOS (1957)
Partiendo del tema de las relaciones paternofiliales y de los consiguientes conflictos generacionales, Monicelli construye un guión de hierro entrelezando varias historias, entre las que destaca la protagonizada por un impagable Vittorio De Sica, cuyo personaje resulta más infantil que sus propios hijos (sobre todo que su hijo, con el que discute constantemente sobre cómo deben educar a la pequeña de la familia). Sus esfuerzos por responder a la imagen de lo que se entiende por un padre responsable son lo más divertido de un filme que abunda en momentos de aquellos que despiertan la carcajada cómplice. Esta película bien podría haber estado firmada por Billy Wilder o Ernst Lubitsch y eso son palabras mayores. Magistral guión y magistral manejo de la puesta en escena en un maravilloso blanco y negro anamórfico.



LOS CAMARADAS (1963)
En este caso Monicelli se aleja del cine de género y se acerca más al terreno del Neorrealismo italiano, pero el escenario no es la posguerra; sino que viajamos hasta un Torino finisecular para encontrarnos con las primeras luchas por conseguir mejores condiciones de trabajo en la incipiente industria italiana. Lo mejor de este filme, incluyendo la excepcional fotografía en blanco y negro del maestro Giuseppe Rotunno (nada menos que el responsable de la imagen de El Gatopardo y Rocco y sus hermanos de Luchino Visconti; Amarcord, Roma o Casanova de Fellini o, debilidad mía, El barón de Munchausen de Terry Gilliam), es que no cae en un paternalismo fácil con los trabajadores; sino que muestra con simpatía hacia su causa, pero con cierto distancianmiento, como la huelga les va conduciendo a una situación de miseria no solo económica, sino también moral. El mensaje de la película, así vista, es más subversivo de lo que puede parecer: no hay nada bello ni admirable en la pobreza, como los católicos nos han querido vender desde hace ya demasiados siglos, añadiría yo. Destaca, entre un reparto coral de magníficos y creíbles secundarios, la presencia de un, como casi siempre, espléndido Marcelo Mastroiani interpretando a un bondadoso profesor muerto de hambre que bien podría haber salido de una novela picaresca española y que es el que lleva la voz cantante en cuanto a la ideología marxista que impregna el filme. Como dato curioso, señalar la presencia de una jovencísima Rafaela Carrá.

5 comentarios:

Licantropunk dijo...

No he visto ninguna, ya me gustaría. Estupendo que sigan las filmotecas programando ciclos. Y las salas llenándose, ¿no?
Saludos.

DECKARD dijo...

Licantropunk, pues sí la sala estaba llena en todas las sesiones y eso que no son películas especialmente famosas.

Un saludo!

Anónimo dijo...

¡Qué suerte teneis los madrileños con la Filmoteca!....Cuando uno quiere ver algun que otro clásico hay que romperse el coco en los grandes almacenes a ver lo que puedes encontrar...y naturalmente no te llevas nada porque los dvd se han puesto por las nubes.
Hombre, la peli de Terry Gillian tambien es mi debilidad.
Mario Monicelli es un director más que interesante. Es una pena que el cine italiano ya no tenga el peso que tenía cuando toda esa generación de cineastas como Fellini, Visconti, Pasolinni etc nos asombraban con un cine diferente al de Hollywood.
En fin los tiempos son otros y hay que seguir viendo buen cine, aunque sea en la Filmoteca.
Un abrazote

Roski dijo...

Ya que le interesa el tema, el otro día descubrí este artículo sobre Monicelli y Moretti.

http://www.elmundo.es/elmundo/2008/11/07/elvientosopladondequiere/1226049730.html

Yo lo encuentro apasionante.

DECKARD dijo...

Anro, tenemos mucha suerte, es verdad. De hecho, si viviera cerca de la filmo y tuviera tiempo seria como mi segunda casa.

Roski, le he echado un vistazo, muy interesante. Por algo siempre le he tenido algo de manía a Moretti, aunque comparto sus opiniones políticas.

Un saludo!