14 septiembre, 2010

EL ÚLTIMO CHABROL: "BELLAMY" (2009)


Es triste que muchas veces, cuando muere una vieja gloria del cine, lo primero que pensemos con cierta maldad sea: "Ah, ¿pero seguía vivo?". Sin embargo, Claude Chabrol, como su colega de Cahiers Eric Rohmer, se ha mantenido activo hasta el final. Qué mejor homenaje le podemos hacer, por tanto, que comentar su última película. Todavía no se ha estrenado en España, pero, al ser una película que ya tiene más de un año, se puede localizar una copia con calidad DVD y los correspondientes subtítulos a través de la red (¿Se puede hablar de pirateo cuando los distribuidores españoles no se han molestado en traer este título al mercado patrio? He visto casi todas las últimas películas de Chabrol en el cine y habría visto esta de igual forma, si se  me hubiera brindado la oportunidad).



Fue un comentario positivo de Mr. Belvedere el que me animó hace unas semanas a descargar esta película, pero no me decidí a verla hasta saber de la muerte del autor de El Carnicero. Fue nuestro pequeño homenaje casero a un director que, si bien no se cuenta entre mis favoritos, siempre me ha caído simpático. Bueno, tiene tres o cuatro películas que me encantan: la que acabo de mencionar la vi de pequeño y todavía la recuerdo, así que me debió causar un gran impacto (debería revisarla algún día), de las que sí conservo un intenso recuerdo es de la fascinante El Infierno (1994), con una Emmanuelle Béart que haría exclamar al director: "Cara de ángel, cuerpo de puta", la inquietante La Ceremonia (1995) y ese delicioso divertimento llamado No Va Más (1997). En estas dos últimas contó con aquella a la que se considera su actriz fetiche, uno de los iconos del cine francés de las últimas décadas, Isabelle Hupert. He de reconocer que mis conocimientos de su obra anterior a la década de los 90 son escasos porque siempre he sido más de Rohmer y Truffaut, pero tarde o temprano saldaré esa deuda.



En cuanto a Bellamy resulta difícil no dejarse llevar por el efecto película póstuma. Es muy fácil ver en el personaje que da título al film, magníficamente interpretado por un Gérard Depardieu más comedido que de costumbre, a un alter ego del propio autor. Se trata de un famoso inspector de policía parisino que disfruta de unas vacaciones en compañía de su madura, aunque todavía atractiva, mujer (Marie Bunel) en una gran casa cercana a la turística localidad de Nimes. Enseguida veremos que el protagonista sabe disfrutar de una buena comida, una buena bebida (subyace el fantasma del alcoholismo) y un buen cigarro puro, rasgos todos ellos propios también del director galo (salvo el detalle del alcoholismo, que yo sepa) . Si a ello le añadimos la afición por las novelas policíacas (señalar al respecto un diálogo magnífico con la dependienta de una tienda de bricolaje a la que el inspector ha acudido para comprar unos tableros para hacer unos estantes: ella le hace notar que la madera que ha elegido es de baja calidad y se le combará bajo el peso de los libros, pero él le contesta irónico que eso no sucederá porque la literatura que a él le gusta es ligera), los parecidos entre personaje y director son más que razonables. Pero la cosa va más allá de esos rasgos más bien superficiales. A lo largo del film iremos descubriendo que el bonachón policía se muestra compresivo con los delincuentes a los que investiga porque es consciente de su propio lado oscuro, así como de la suerte que él ha tenido en la vida.  Sabe que estar a un lado o al otro de la ley puede depender exclusivamente de la suerte. Suponemos que también el hecho de estar de vacaciones le hace alejarse de los rigores legales habituales y comportarse según le marca su propia conciencia. Se comporta más como un curioso observador de la fauna humana que le rodea que como un policía. Es como si estuviera viviendo dentro de una de esas novelas que tanto le apasionan. La visita de su hermano pequeño, con el cual mantiene una relación de reminiscencias bíblicas, servirá para terminar de perfilar al personaje y hará que el espectador entienda mejor su particular filosofía humanista. Como ven, son muchos los puntos de interés que subyacen bajo una historia policíaca aparentemente intrascendente, como suele suceder en los mejores relatos pertenecientes a este género. Chabrol demuestra tener ese talento que solo tienen los grandes para concentrar varias historias en una, para contarnos entre líneas lo que, de haber ocupado el primer plano del relato, habría dado como resultado una obra excesivamente pesada e intelectual. Me arriesgo a decir, aunque sea en caliente, que el más destacado heredero de Alfred Hitchcock junto a Brian de Palma se ha despedido de nosotros con una de sus mejores películas.



Nota bene: he conseguido hablar de Chabrol sin mencionar a la burguesía de provincias, no me digan que no tiene mérito.

3 comentarios:

Licantropunk dijo...

He hecho una comprobación rápida de presentes de época de la nouvelle vague y me sale que aún Godard (ya lo sabía), Resnais y Rivette están entre nosotros, de lo que me alegro un montón. Y siguen haciendo cine, que es lo más sorprendente de todo. La foto del heredero de Hitchcock con cacatúa en vez de cuervo es buenísima. Y "Bellamy" la veremos, a pesar de Depardieu, aunque dice usted que está bien en ésta. Hace poco lo vi de secundario en "36 quai des orfevres" de Olivier Marchal y también estaba bien. Será cuestión de comedimiento.
Saludos.

Ibán dijo...

Eso mismo me ha pasado esta semana con Arthur Penn, ni sabía que seguía vivo.

De Chabrol ya estoy descargando uns cuantas para remediar mis carencias

ANTONIO NAHUD dijo...

Me gusta tu blog. Enhorabuena.
Venga ver mi blog brasileño sobre el cine clásico.
Saludos
www.ofalcaomaltes.blogspot.com